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Gonzalo cumplió su sueño de capitanear al Don Benito. / E. Domeque
Entre lágrimas y aplausos, con un emotivo «No puedo» terminó Gonzalo Barroso el anuncio de su retirada del fútbol. Lo hará vistiendo la camiseta de 'su' Don Benito, aquella que empezó a defender ya en las categorías inferiores y con la que, tras un breve paso por Almería B y Jerez, siguió en las últimas once temporadas.
«Es una decisión difícil», reconocía el centrocampista, de 32 años y natural de Don Benito, «no es una decisión tomada en caliente, llevo mucho tiempo pensándolo y creo que ha llegado el momento de colgar las botas». Colgará unas botas que han sufrido durante años el barro de la Tercera División, pero que también han disfrutado del bronce en estas últimas cuatro campañas cumpliendo así el sueño de jugar con su equipo en Segunda B. Sin embargo, combinar familia, trabajo y fútbol se le hacía complicado, «llevaba un estrés de vida».
Su compromiso con el club rojiblanco queda también patente en esta decisión, pero sobre todo en el momento de anunciarla. No obstante, Gonzalo ya sabía al empezar la temporada que esta sería la última, pero decidió mantenerlo en silencio para no perjudicar al grupo. «No es en la situación que me hubiese gustado, salvados o playoff, pero era el momento de decirlo», lamentaba con la voz temblorosa.
Ese hilo de voz, que parecía aguantar la emoción, terminó por romperse al hablar de la afición rojiblanca. «Espero que no nos abandonen en estos momentos, necesitamos su último aliento», afirmaba entre lágrimas, «también dar las gracias a los compañeros que he tenido estos años, me quedo con todos». Asimismo, Gonzalo hacía referencia a las directivas, «por sacar al club de las cenizas en las que estaban inmersos»; y a los entrenadores que han estado en el banquillo estos años, «de todos he aprendido y me han hecho ser la persona que soy ahora».
Con la salvación en juego este domingo, pase lo que pase, para Gonzalo Barroso será el último partido en el Vicente Sanz y una dolorosa despedida para la afición rojiblanca, que pierde a uno de sus grandes emblemas de estos últimos años. Referente en Tercera, pero también tras el ascenso, sumando 111 partidos en la categoría de bronce, todos menos uno como titular. El de este domingo será el 112. Capitán dentro y fuera del campo, llevase o no un brazalete que prácticamente tiene tatuado a fuego en la piel, su adiós marcará un antes y un después en el club rojiblanco se consiga o no la permanencia.